SOMA

Cuerpo vivido, cuerpo habitado

viernes, 28 de agosto de 2015

¿Por qué la educación corporal es importante para la formación del infante?


Por: Beatriz Navarro*
El movimiento corporal es el primer sistema de comunicación en el ser humano, se ha demostrado que el feto dentro del útero es receptivo, constantemente está estimulado por el líquido amniótico y la creciente presión de su propio cuerpo contra las paredes del útero. A través del sistema vestibular, el feto comienza a traducir su entorno, recibe y da respuesta a los estímulos, por lo tanto, el movimiento es nuestra primera conexión con el mundo, también es la herramienta primigenia para la sobrevivencia.
El ser humano es cuerpo y movimiento, incluso antes de cualquier acepción de sí que alguien pueda elaborar conscientemente. A través del movimiento nos afirmamos en esta realidad, a través de éste nuestras personalidades se construyen.

Siendo la comunicación corporal el sistema primigenio para la comunicación humana, ¿qué importancia puede tener para la educación infantil?, semejante pregunta tiene respuestas innumerables; sin embargo, me gustaría señalar algunas que me parecen  importantes:

En estos tiempos que la idea de inteligencia ha comenzado a revaluarse y el aprendizaje significativo se vuelca constantemente sobre las instituciones educativas, redimensionar la esfera corporal resulta indispensable; ¿dónde si no?, en el cuerpo es donde se depositan las experiencias que se traducen en conocimiento, es en el cuerpo donde todas nuestras relaciones ocurren --sean materiales o intelectuales-- es el cuerpo el depositario de todo pensamiento y acción.

Acceder a la vida corporal significa que somos capaces de manifestar nuestro ser a través del movimiento, saber quién soy y cómo me siento respecto a otros en un mismo espacio, me otorga la capacidad de reaccionar de manera inteligente, que las acciones que elabora un ser humano, en respuesta a los estímulos proporcionados por el entorno, nazcan de una necesidad interna, del estar y ser cuerpo en este momento.
La vida corporal permite que un niño aprenda con mayor facilidad, que enfoque la mente y el cuerpo en la actividad que se está llevando a cabo. Es casi seguro que un niño responda con entusiasmo a la invitación de moverse, de expresarse con el cuerpo, de hecho los niños son expertos en la integración mente-cuerpo, ellos utilizan esta integración para aprender permanentemente del mundo que les rodea, ellos sienten antes que pensar.

Desafortunadamente, muchas veces el adulto devalúa esta herramienta de expresión --un adulto que ha aprendido a inhibir su vida corporal, educado para no recurrir a la experiencia propia, sino a las conceptualizaciones realizadas por otros--. Es necesario que los educadores se vinculen con la experiencia corporal, que aprecien el valor de este conocimiento para que puedan aplicarlo de manera creativa en la formación de los seres que están aprendiendo de ellos. Nadie puede enseñar lo que no ha aprendido. Como guías del proceso de enseñanza-aprendizaje, habrá que reeducarnos corporalmente.
La educación corporal está relacionada con la ex-presión, es decir exprimir hacía fuera lo que las personas llevan dentro; a diferencia de la educación física tradicional, la educación corporal no persigue modelos corporales específicos, no hay secuencias de movimiento que memorizar; sin embargo, hay estímulos a los cuales responder, el estímulo puede ser una música, una frase, un cuento o un sueño. El objetivo de esta educación es la relación, en primera instancia, de la acción-sentimiento-pensamiento hacia dentro del individuo y después  hacia los otros: la relación es una condición indispensable para el aprendizaje significativo.
La habilidad de relacionarse está implícita en la educación corporal, de hecho no hay relación sin movimiento, los seres humanos “tenemos una idea”, “rechazamos un sentimiento”, “nos abalanzamos hacia una persona”; todas estas frases tienen una connotación corporal, porque es en el cuerpo donde toman su significado.
Aprender a relacionarse de manera participativa en un entorno específico significa la sobrevivencia para cualquier ser vivo, intercambiar experiencias es indispensable para sobrevivir mental, emocional y físicamente. Sobrevivir mentalmente implica que las ideas personales son valoradas, que como individuo se me permite pensar y expresarlo; la sobrevivencia emocional significa que estoy incluido(a) en la comunidad con mis sentimientos, que es posible relacionarme a través de ellos, y la sobrevivencia física no es sólo que yo pueda permanecer en el entorno, sino que estoy y soy un miembro activo(a) en la comunidad. Todas estas acciones de pensamiento y sentimiento ocurren en un cuerpo.
Sabemos que las escuelas son espacios que permiten potenciar o no, a los seres humanos, pueden ser una verdadera jungla donde el más fuerte sobrevive y el más débil muere, si no en el sentido físico, sí en el sentido emocional o mental. Esta es una condición que nos ha llevado como sociedad a replantearnos, ¿cómo es que somos educados? y lo más interesante; ¿cómo podríamos ser educados?, ¿que tipo de seres humanos queremos ser?, cualquier descubrimiento empieza con una pregunta, es tiempo de descubrir alternativas para que la escuela sea un espacio donde los individuos, maestros y alumnos, crezcan y se construyan a sí mismos.

Para ello necesitamos tiempo, tiempo para la exploración de nuevas alternativas, para replantearnos viejas preguntas y atrevernos a dar nuevas respuestas, tiempo para el yo, para investigar en un proceso personal, para compartir los descubrimientos. Tiempo y voluntad para aprender y enseñar del ser al hacer.

Somos seres espaciales, construimos el espacio y el tiempo en nuestros cuerpos, nos movemos, alcanzamos y rechazamos en el espacio la confianza que desarrollamos para movernos en él: es la confianza que tenemos con la vida, de poder incluirnos en su flujo, de pensar y actuar en consecuencia de esta afluencia, de sentir que la vida nos lleva con ella, que estamos a salvo, que podemos confiar en que hay un lugar y un espacio para nosotros en este mundo, que podemos habitar un espacio físico, que tenemos derecho a ello, que somos un cuerpo, que aprendemos y expresamos nuestra humanidad en él.

DIGERIR LA VIDA

Por Ivana Sejenovich


El modelo ayurvédico está basado en la digestión en todos los niveles…todo con lo que tomamos contacto en los distintos áreas de experiencia debe ser completamente digerido, asimilado, absorbido y los productos de desecho liberados. Los desechos no liberados que permanecen en circulación en el cuerpo-mente son llamados ama (literalmente algo que permenece no digerido o sin cocinar), y son las semillas de los procesos de desbalance y eventualmente enfermedad. Comida, emociones, información, prácticas espirituales y de movimiento, incluído el Yoga…todas deben ser completamente digeridas e integradas, lo cual aveces significa dejar ir algunas cosas a las que nos queremos aferrar en el nivel de la personalidad, o cosas que no queremos ver. Todos tenemos experiencias que no hemos digerido completamente, y a menos de que lo hagamos, los residuos seguirán asentados en distintos tejidos del cuerpo.
                                                                                                                              Beth Biegler
Digerir la vida, quizá puede sonar algo fuerte para nuestro pobre sistema digestivo que usualmente está sobrecargado… Y sin embargo, una reflexión necesaria: ¿cómo estamos integrando lo que elegimos que sea parte de nuestra vida?…
Para empezar a masticar esta pregunta, queremos aprender de nuestro propio cuerpo y esa manera inteligente en que siempre logra mantener una homeostasis o equilibrio, tomando y reciclando energía, o prana, como lo llamamos en Yoga.
Tenemos dos sistemas en el cuerpo a través de los cuales digerimos el prana. Uno es el tubo digestivo, y de él extraemos prana de la comida. El otro sistema es el respiratorio; del aire digerimos también prana.
¿Qué es para nosotros el sistema digestivo?
Habitualmente lo sentimos lejano, un fantasma en el interior de nuestro cuerpo que nos hincha, que se queja ante el estímulo constante de comidas diversas o estreses constantes.
La preocupación afecta al estómago tanto como el chile, y el querer aferrarnos a ciertas ideas o emociones nos inflama el intestino. En un día cualquiera es común indigestarnos por el bombardeo de información e imágenes.
En el campo de lo somático y en el Yoga, nos relacionamos con esta parte tan vital de nuestro cuerpo con interés, y queremos saber cómo funciona porque es una de las formas en las que recibimos, administramos y conservamos nuestra energia, porque es el puente entre nuestra relación con mundo externo y con nuestras células. Estudiamos su función y su anatomía pero con igual énfasis escuchamos las sensaciones que podemos registrar de nuestras entrañas. Hay un mundo por descubrir al explorar estos adentros y permitir que ocupen su espacio y que expresen su movilidad. Es un terreno que buscamos habitar para estar más atent@s a sus mensajes y necesidades.
El tubo digestivo representa un portal interno que permite a los nutrientes ambientales entrar en contacto con el sistema circulatorio, quien se encarga de distribuirlos a cada una de las células corporales. Conforme entran estos nutrientes al cuerpo en forma de granos, semillas, verduras, frutas, aceites o carnes (y en versiones procesadas y refinadas de éstos), primero deben ser reducidos a través de la combinación de procesos mecánicos y químicos a grandes moléculas como proteínas, grasas y almidón, para después transformarse en moléculas muy simples. Los resultantes azúcares, aminoácidos, ácidos grasos y otros elementos nutricionales son entonces desplazados a través del recubrimiento intestinal hacia la sangre, la cual los transporta a todo el cuerpo. La digestión es un proceso de separación de aquello que entra en nuestros cuerpos. El tubo digestivo es una línea de desintegración de los alimentos.
Para el Ayurveda, ciencia médica antigua de la India, la raíz de tu salud está en el funcionamiento óptimo de tu tubo digestivo. Los doshas (fuerzas elementales que gobiernan la anatomía y la fisiología del cuerpo) tienen un sitio principal en nuestro cuerpo; y está en el sistema digestivo. El sitio principal de Kapha es el estómago, el de Pitta es el intestino delgado y el de Vata es el intestino grueso. Para mantener los doshas balanceados hay que mantener el sistema digestivo balanceado. Esto se logra con conocimiento y conciencia, permaneciendo más en contacto con las señales de nuestro cuerpo.
En su manual de sistema orgánico, Mark Taylor compara la función del sistema digestivo con el aprendizaje:
“El ciclo de corporalización digestiva, ingestión, absorción y expresión, es el cimiento del aprendizaje corporalizado. En el ciclo del aprendizaje, la información es procesada y experimentada en un viaje análogo a la digestión. La información debe ingerirse con cuidado, a modo de no abrumarnos con demasiado o padecer hambre con muy poco; a la información ingerida debemos volverla parte de nosotros mismos, alterando la química de nuestro sistema nervioso. Por último, el ciclo debe completarse con alguna forma de expresión, a través del movimiento, utilizando la palabra escrita o hablada, o en comportamientos nuevos o modificados o de alguna u otra manera”
¿Como podemos ser más concientes de los órganos del sistema digestivo?
La exploración de los órganos se puede realizar de manera simple en savasana, acostados en el piso con un suave masaje siguiendo el recorrido del sistema digestivo y respirando en zonas tensas o dolorosas. También se pueden utilizar globos inflados con agua tibia para tener la vivencia del volumen y fluídos de los órganos, con cuidado, apoyando el globo sobre los órganos y respirando hacia allí. Las posturas de Yoga realizadas con atención en las sensaciones de nuestro vientre y creando espacio en la zona anterior a la columna, donde está el tubo digestivo, son una gran ayuda para revitalizar el sistema. El movimiento en general es una bendición para los órganos, sacudirnos, vibrar, respirar.
Los órganos, al igual que las articulaciones, son capaces de deslizarse unos sobre otros, y con movimiento y conciencia podemos liberar las adherencias que se forman entre ellos. La libertad de movimiento unida a una sensibilidad despierta nos ayudan a tener con nuestro entorno una relación más vital.